Todos los pueblos de España con notarías
Me gustaría comenzar este post con una cifra informativa: ¿Sabéis que somos casi 3.000 notarios los que prestamos servicio en todos los pueblos de España, aunque no existan notarías en todos ellos? Si me permitís, os voy a contar algunas cosas acerca de las notarías en las zonas ‘más apartadas de la civilización’, desde mi historia personal.
Mi primer destino como notario fue Muxia, en la Costa da Morte. Allí pasé algunos de mis mejores años notariales y el recuerdo que tengo es imborrable. Tenéis que saber primero que la petición de notaría se resuelve a través de lo que se llama «concurso notarial«. Algo tan simple como que puedes elegir la notaría que quieras, por supuesto de las que queden vacantes, dentro de lo que te permita tu número de escalafón notarial.
Mis padres, que residen en Valencia, se quedaron sorprendidos con mi elección, y lo primero que hicieron fue buscar en internet dónde estaba el pueblo que había elegido y, después de estudiarlo a fondo, me hicieron la pregunta: “Pero, ¿cómo es que hay notaría en un pueblo tan pequeño?”.
La respuesta es simple. La demarcación notarial, fijada por criterios sociales por el Ministerio de Justicia revisa cada cierto tiempo, determina el número de notarías que tienen que haber en cada localidad. Evidentemente, no es lo mismo una gran ciudad que un pueblo. Las necesidades de servicio son distintas, pero el hecho de que en un pueblo no haya demarcada una notaría, no quiere decir que no tenga derecho al servicio notarial. Es decir: no hay notarías en todos los pueblos de España, pero sí que todos los pueblos tienen derecho al servicio de notario.
Y vuelvo a Muxia, un pueblo maravilloso. Es pequeño y tiene notaría. Creada en el año 95, si no recuerdo mal, es un despacho que da servicio no sólo a la Vila principal, sino a todas las aldeas de alrededor. Junto con las otras notarías del distrito de Corcubion (Vimianzo, en donde tuve después la suerte de ejercer también, Corcubion y Muxia), atiende a todos los pueblos y cercanías donde no hay notarías, de pueblos como Camariñas, Baio, Zas, Fisterra.
En definitiva, toda España se divide en Colegios Notariales (uno en cada Autonomía), y cada Colegio Notarial se divide en distritos notariales, que cubren la totalidad del territorio.
Todos los pueblos de España, pues, o tienen notaría o la tienen cerca. Esta «demarcación notarial» es, sin duda, uno de los grandes aciertos del sistema de seguridad jurídica preventiva español desde hace más de 125 años. Y es algo que ha hecho «reconocido y reconocible el servicio notarial», acercándolo a cualquier zona, evitando largos desplazamientos y, sobre todo, dando la seguridad y la confianza de lo conocido, de lo cercano.
En principio, la competencia territorial sólo es aplicable a muy pocos documentos (actas, fundamentalmente), pero en todo lo demás, es posible la libre la elección del notario (como relata, por ejemplo, mi compañero Dámaso Cruz en su post sobre la libre elección del notario). La descentralización permite que cada pueblo, cada aldea, cada lugar en definitiva, tenga la posibilidad de acceder a un servicio básico y fundamental como es la seguridad jurídica preventiva, sin necesidad de «ir a la capital». Las notarías se encuentran en muchos pueblos como parte fundamental de los mismos. El notario tiene el llamado «deber de residencia», entendido como «atención efectiva al despacho y en el posible arraigo en la población«. A mí, que siempre he sido notario de pueblo, y no descarto seguir siéndolo durante el resto de mi carrera profesional, me gusta esa cercanía y disfruto de la sensación de formar parte de un núcleo pequeño en el que, por lo general, el reconocimiento mutuo es una gran ventaja y da mucha confianza y seguridad a ambas partes.
¿Puede el notario venir a mi casa?
En principio, el acto final de la firma de un documento debe realizarse en el despacho notarial, pero las excepciones son variadas. En mi opinión, hay que tener siempre en cuenta las necesidades del cliente, como la imposibilidad o gran dificultad de movimiento. Al igual que ocurre en Muxia, por ejemplo, en muchas aldeas hay un índice elevado de gente mayor, personas que no pueden o les es muy complicado desplazarse. En ese caso, vamos a sus casas y allí mismo se realiza el proceso notarial.
Esa es otra de las grandes ventajas de la descentralización notarial, equiparable a otros servicios públicos. Todos entienden la necesidad de una ambulancia, de un médico de pueblo, de una farmacia, de una comisaría, o incluso de un colegio. La notaría no es más que otro de esos servicios.
Pero, entonces… ¿están descoordinadas las notarías?
No. Pese a la descentralización del servicio en cada pueblo, todo está coordinado. Existen medios de conexión notarial, plataformas electrónicas de información, tanto entre notarios como con otros servicios públicos (Administraciones, Ayuntamientos, Registros públicos…), y más con las nuevas tecnologías. De esta forma, aunque descentralizado el servicio, existe una unidad notarial: un servicio homogéneo de igual calidad para todos los usuarios estén donde estén.
En definitiva, creo que con las notarías en pueblos pequeños se aprovecha más la cercanía de la gente. La calidad del servicio ofrecido por el notario, a veces, marca la diferencia. Estamos para todo lo que se necesitéis en nuestros ámbitos de servicio, pero sobre todo por vuestra seguridad.
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