Llegó el gran día: me compro mi casa
Alicia y Juan se levantaron pronto. Los nervios no les dejaban dormir. Juan, en realidad, no conciliaba el sueño desde que el lunes recibió la llamada de Marga, de la inmobiliaria: “Alicia y tú tenéis que estar en la Notaría que te dije el miércoles, a las 11. ¡No olvides los documentos de identidad, que te los van a pedir seguro!”.
La mayor preocupación de Juan se centraba en las cuotas de la hipoteca. Para él era todo uno: comprar e hipotecar. Mientras Alicia, mucho más práctica, ha pasado esa fase. Ella sabe que la compraventa es un mundo y que es tan importante como el préstamo hipotecario. O tal vez más. De hecho, piensa, “si tuviera dinero la hipoteca no me haría falta y seguiría con el miedo a perder mis ahorros”. Desde que pagó la señal al vendedor lo que le ronda la cabeza es: ¿quién me orienta? Tiene que ser alguien independiente, que conozca el tema y además que no sea un gasto más…
Ésta historia es rigurosamente real y habrá quien se sienta identificado con la confusión y el desasosiego de Alicia y Juan.
Si miramos un poco hacia atrás veremos que la Ley ha hecho mucho por los consumidores o, más en general, por las personas que se enfrentan a un mundo jurídico tan complejo como el actual. Hay todo un entramado de normas dirigido a proteger al comprador, especialmente de vivienda y más aún si es usuario de servicios bancarios. El problema es que si no conocemos nuestros derechos, difícilmente vamos a poder hacerlos valer porque, como dice el refrán, “el que no sabe es como el que no ve”.
Por eso encontramos en la práctica Juanes y Alicias que llegan a la notaría sin ejercer los derechos que tienen y renunciando a ejercerlos, a última hora y con desgana, porque las circunstancias les empujan. Pero si Alicia y Juan se acercan a la notaría antes de comprar, e incluso antes de elegir su nueva vivienda, sabrán varias cosas y además sin coste.
Cosas como que tienen derecho a elegir notario o que pueden pedir un borrador de su escritura para revisarlo. Que es importante asegurarse de que el vendedor está al corriente de pago de las contribuciones municipales de la vivienda y que muchos ayuntamientos están conectados por internet con las notarías para hacer esa consulta. Que los estatutos de la comunidad son importantes y que están a su disposición, o que el vendedor debe demostrar que no tiene deudas pendientes con su comunidad de propietarios, porque el piso de Alicia y Juan responde de las de los últimos tres años, nada menos. Que la notaría está conectada con el Registro por internet a toda velocidad, a pesar de que aún no se nos permite el acceso on line a los libros de los registros, como establece una ley de hace 13 años.
Y qué decir de los impuestos: los del comprador y los del vendedor, que también tiene y no pocos, o de las comprobaciones que después podrá ejercitar Hacienda.
Estas y muchas más cosas hay que saber antes de la escritura de compraventa, porque el momento de la firma, que es el momento de la verdad, representa de una voluntad previamente formada y la asunción completa de las consecuencias de esa acción.
Cuando hablamos de la función de notario me gusta comparar el Derecho con la Medicina. El juez es algo así como el cirujano, mientras el notario viene a ocuparse de una clínica preventiva. Y mi médico siempre dice que yo mismo puedo hacer más que él por mi salud, así que ahí van un par de enlaces: http://goo.gl/ZbPl0H y http://goo.gl/43IBH4. Porque la información nunca está de más.
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